Diario polar (Día 1)
Comienzo este diario con la intención de resucitar viejos fantasmas que nos acompañan desde hace demasiado tiempo. En estos días convulsos de pusilánimes y serviles, todo lo que no sea corporativismo y rechazo a la alteridad está perseguido. Desde la oficialidad de todos los estamentos nos bombardean con consignas propias de la mayor pesadilla orweliana. El control se ha convertido en la máxima a seguir, el miedo la ofrenda a nuestra poca capacidad de volición.
Desde esta humilde bitácora pretendo resucitar fantasmas, acunar miedos y hacer sangrar los oídos de muchos que se esconden en mayorías ficticias que, simplemente, les alejan de su soledad.
Vivimos aislados en una nube que nos da una sensación de pertenencia irreal, una nueva droga que hace que nuestro cerebro segregue la serotonina necesaria para nuestra supervivencia. Pero esta felicidad es cada vez más ficticia, nos relacionamos a través de pantallas: el sexo, la amistad, el contacto se ha sustituido por la esclavitud a la multitud de pantallas que nos aislan y nos engañan.
Podemos ascender por la escalera del conocimiento, pero hasta que no hayamos leído el último rincón de nuestro cuerpo no podremos decir que comprendemos aquellos que nos rodea. La búsqueda es larga, el camino serpenteante, pero la recompensa no tiene precio.
El hallazgo del tiempo perdido
en las páginas
de un libro olvidado.
Se quiso encontrar
en los personajes.
Intentó mirar a través
de las ilustraciones.
Creyó encontrar
su paraíso perdido.
La historia contaba,
la vida de un hombre que un día
perdió su pasado.
Una hora tras otra
leía el tomo olvidado.
A medida que pasaba las hojas
intuía su historia lejana.
De repente, fue engullido
y las páginas pasaron a contar
la leyenda de un hombre,
que buscando su pasado,
fue devorado
por un viejo libro olvidado.
En muchas ocasiones la verdad se convierte en una dura ascensión llena de vicisitudes. Nunca debemos olvidar, que al final, sólo los mediocres creen en el camino fácil de la mentira.
¿Sinceridad?
Asciendes crédulo entre lianas
fabricadas con las mortajas de tu ser;
trepas entre enredaderas
creadas con tus entrañas.
La llovizna, que cae sobre ti,
no es más que el sudor
que emana de tu frente emana
en forma de gotas de sangre.
Palideces con temores fundados
al ver el fin de tu ascensión;
en la cumbre se amontonan
lo restos corrompidos, tumefactos,
de los que como tú
osaron profanar con mentiras
la montaña de la verdad.
Hoy dentro de la serie visiones incluyo un poema de carácter nihilista, rebelde. Un poema que sólo busca un punto de fuga.
Ser-masa
Afán liberador de conciencias.
Creencias lapidadoras de vida.
Mutilaciones,
vejaciones,
maltratos psíquicos,
nacido todo de dogmas salvajes y cáusticos.
Irracional búsqueda de verdad
siempre en sentido equivocado.
¡Salvación!
Gritan enajenados: ¡salva tu alma!
¿Cómo?, pregunto yo.
¡Niega tu esencia!, contestan.
¡Mienten!
Tu esencia es no vida.
No vida, no es salvación,
sólo es desecho de tu existencia.
Lo más puro en ti hallado,
tras la cortinas serviles
que cubren tus ojos
con un tejido confeccionado
por mandatos.. ¿divinos?
Sólo dogmas absurdos
carentes de nada.
Servil rebaño,
no te dejes convertir en Ser-masa.
En ocasiones el mundo se nos muestra tras una densa niebla que oculta la verdadera realidad, aquella que solo algunos han conseguido ver.
Rojo y negro
Soledad y fuego
enraizados en culto divino.
Rojo y negro,
sangre y muerte;
espiral atribuida al mal,
perteneciente a no se qué
estupidez cognoscitiva,
nacida del toque plañidero
de unas campanas lejanas
en la ciudad de «Them».
Tribulaciones místicas
brotadas de la… ¿demencia?
Quizás de la tremenda cordura
que abarca nuestras almas.
El lado oscuro y obsceno,
puede que natural y liviano.
Rojo y negro,
sangre y muerte.
Pan simbólico
compartido entre tú y ellos,
deglutido con afán,
agradable al olfato
áspero al paladar.
Rojo y negro,
vida y luz.
Me gustaría terminar con unos versos del William Blake
And it bears the fruit of Deceit,
rudy and sweet to eat;
and the Raven his nest has made
in its thickest shade.