Huida
Huir,
¿pero hacia dónde?
El hielo de la calzada
me hace caer
hacia los abismos
que franquean el camino.
La falta de luz
me convierte en ciego,
veo a través
de los ojos
del murciélago que me acompaña.
Huir,
¿por qué?
Si los ábacos
nunca
llegarán a contar hasta cien.
Silénciame,
los cuervos hablarán por mí.
El paisaje a mi siniestra
es más tentador,
me ofrece los opúsculos de la memoria,
emisiones lejanas
perdidas en la materia.
Las ruinas irradian
el sol de medianoche,
la senda es clara
el destino, no tanto.
Pablo Malmierca
agosto 22, 2018 at 10:05 pm
El destino nunca es claro,
es una duda que flota en el ambiente
de nuestro vivir diario.
agosto 23, 2018 at 7:55 am
Así es, saludos.