Recupero un último poema, escrito a la vez que los anteriores de la serie poesía ecologista.

CLAMOR

Dibujadas sobre el eterno firmamento

efectúan con incesantes oscilaciones

su macabra función, en un instante violento,

las lanzas, las alabardas de dioses inertes,

 

imperturbables, altivas, imperecederas,

rompen el firmamento con inmutables dedos

que apuntan al Olimpo, su espacio infinito,

donde nacieron de divinos brazos hercúleos.

 

Júpiter lanza su enojo para recordar al hombre

la potencia del cosmos, brutal prueba de mando.

Luz, tinieblas, estruendos, el ocaso sin nombre,

se despedaza el limbo, cae roto sobre el mundo.